Presentar un libro en Madrid: un sueño realizado
Presentar un libro en Madrid: un sueño realizado
Tengo la sensación de que presentar un libro en Madrid es uno de los sueños a los que aspira cualquier escritor, especialmente si la acción de su novela transcurre en dicha ciudad. Y así fue, gracias, como siempre, a la divina intervención del gran Chema Alonso, hacker, directivo de teléfonica y, además, mi editor, escribidor de prólogos y corrector de temas técnicos hackerianos.
Pues bien, que resulta que se monta la primera edición post-pandémica de la Open Expo Europe, feria de tecnología, y van y me invitan. Como a Chema no se le puede decir que no, me subo al AVE de las 6:32 y allí que me planto, convencido de que seré la persona con menores conocimientos de la materia informática que se pasará por el evento.
La cosa empieza bien, pase VIP, entrevista anunciada en el panel de eventos. Me vengo arriba y me siento como un señor importante. Accedo al recinto y me dejo caer por el stand de 0xWord, la editorial que ha cometido la locura de publicar las novelas de Jinetes en la Tormenta. ¡Al fin nos ponemos cara! Gente maja donde las haya, con ganas de ayudarme y de conseguir que se me borre la cara de pulpo analógico perdido en un garaje informático que me gasto desde que he puesto un pie en el recinto.
Entonces aparece Chema, con toda su pinta de rockstar mediático pero que, en cuanto me choca la mano y me pega un abrazo me hace sentir como si estuviese sentado en el sofá de casa. Y veo a Beatriz, de MyPublicInbox, a Philippe de OpenExpo, y un montón de gente que, sin conocerme de nada, me ha ayudado a llegar hasta aquí. Lo flipo, lo reflipo y me voy para la entrevista.
Después de la entrevista, se me acercan un par de personas para preguntarme quién cojones soy y por qué coño me están entrevistando. Respondo que estoy allí para la presentación de mi nuevo libro en Madrid (La Chica del Sombrero Negro), pero no se quedan convencidos hasta que digo que el prólogo lo escribe Chema. Ahora sí, parece que merezco su aprobación.
Salgo a la calle, tomo el aire y un par de pitillos para relajarme. Leches, qué calor hace en Madrid. Al regresar, en la sección de firma de libros me vuelvo a encontrar con Chema, pero esta vez no está solo. Me presenta a los presentes: Nikotxan (el padre de Cálico Electrónico), Rafa Vegas (bajista de Rosendo), a Juan Luis Cano (Gomaespuma), al Hombre de Negro del Hormiguero. Si Jimi Hendrix hubiese seguido vivo, seguro que también me lo habría presentado.
Ale, pues allí me siento, a firmar. Y me siento al lado de Juan Luis, con quien tengo el placer de haber colaborado con un relato en el libro benéfico Relatos para hackear el tiempo. El tío es un crack, más de media feria se acerca a saludarlo. Yo hago de fotógrafo, claro, porque a mí no me conoce ni el tato, pero lo paso genial. Hora de comer. Ambiente relajado, comparto mesa y mantel con Juan Luis y Rafa. Son dos fenómenos de tíos. Esto no me puede estar pasando a mí.
La tarde, aunque más tranquila, no se queda atrás: al fin desvirtualizo a Juan Carlos Galindo (otro fenómeno), a la gran Elena Merino (Elena en el País de los Horrores). Me apunto a una de las últimas conferencias del día, a cargo de Eloy Velasco, juez de la Audiencia Nacional. En la puerta, Chema me presenta: «Eloy, este tío escribe unas novelas que te mueres». Me dirijo flotando hasta la sala en la que el juez nos cuenta historias que parecen de ciencia ficción, pero que no lo son en absoluto.
El sarao se termina con un afterparty y unas birras. Me largo a Atocha para volver a casa. Durante el trayecto de regreso no leo, no escribo, no oigo música. Me limito a mirar por la ventana y a sonreír como un idiota.
